sábado, 16 de enero de 2016

10 de Enero de 2016 Adios a David Bowie, el Duque Blanco


El 10 de enero de 2016 se nos fue David Bowie, tan solo 3 dias despues de hacerce publico su cd Blackstar. David Bowie fue uno de los mas grandes rockstar del siglo 20. Dueno de una gran voz, una creatividad y originalidad no comunes. Gran artista, actor y sobre todo un transgresor permanente. Un gran artista que tenia aun mucho para dar. Dentro los muchísimos éxitos que tuvo, siempre recordare LET'S DANCE, ese gran tema bailable de 1983 que alcanzo el nro 1 en Gran Bretana y EEUU, me transporta a un lugar del tiempo en que fui muy feliz. Hasta siempre Duque Blanco !

lunes, 20 de febrero de 2012

Malvinas Argentinas: 30 años después

Malvinas Argentinas

Dentro de pocos días se celebrarán los 30 años de la recuperación las Islas Malvinas. Como muchas cosas que se hicieron en la historia argentina detrás de supuestos grandes ideales se escondían pobres ambiciones.

Todos los argentinos quisimos siempre recuperar nuestras islas. Desde el 10 de junio de 1829 estaban gobernadas por Luis Vernet, designado por el gobierno de Buenos Aires. El 3 de enero de 1833 los ingleses ocuparon, de manera ilegítima, las islas. A partir de allí ningún reclamo fue seriamente escuchado.

Ahora nos situamos en 1982, un gobierno militar que manejaba al país con mano dura, donde las protestas sindicales eran duramente reprimidas, el miedo a la represión y la persecución flotaban en el aire. Se vivía una situación económica bastante desfavorable.

Los militares inventaron y nos embarcaron a todos en esta aventura heroica de la recuperación porque querían justificar su permanencia ilegítima en el poder. No fueron capaces de medir el enorme riesgo que se generaba para los isleños, para los pobres soldados argentinos y para la población del área continental.

Sin capacitación, sin equipos suficientes, sin armas modernas, sin alimentos suficientes, sin apoyo logístico suficiente, enviaron a miles de muchachos de mi edad a sufrir, a morir inútilmente.

Por eses entonces, yo tenía 21 años, hacía 1 año que había salido del servicio militar y estaba dando clases como profesor interino en una escuela nocturna de Temperley. Recuerdo que la noche del 2 de Abril, en medio de la algarabía y el temor, les dije a los chicos (adolescentes) que ese era un día muy triste porque lamentablemente lo único que podiamos esperar era una derrota militar y el dolor de muchas familias argentinas que perderían a sus hijos.

Justamente eso fue lo que ocurrió.

Hoy, 30 años después, mientras el viento helado de las islas sopla sobre el cementerio helado en que yacen los restos de nuestros héroes inocentes, los gobernantes de turno tratan de sacar algún rédito político al recuerdo de aquellos días.

Entiendo que solo nos queda intentar una vez mas acercarnos a los isleños (kelpers) y tratar de reestablecer los lazos de comunicación que se afianzaron entre 1972 y 1981, en que se construyó una pista de aterizaje, se hacía 1 vuelo semanal y había instalaciones de YPF y Gas del Estado para aprobicionamiento de combustible.

Es difícil que se consiga algo pero creo que es la única manera. Tengamos claro que la ubicación geográfica de las Malvinas es un punto clave. Desde allí se domina el paso de todas las embarcaciones que viajan por el atlántico Sur hacia el Pacífico. Además recordemos que Gran Bretaña no es solo un país europeo, es un imperio que ha crecido y se ha mantenido en estos últimos 5 siglos no por medio de la diplomacia sino por medio de la fuerza, la intransigencia política y la explotación económica a sus dominados.

Vaya desde aquí mi enorme respeto, mi reconocimiento y mi abrazo a todos aquellos que tuvieron que sufrir en carne propia el horror de la guerra y mi recuerdo y agradecimiento permanente a todos nuestros queridos hermanos que dejaron sus vidas en la islas y en las aguas heladas del sur por defender a la patria.

Quiero que recordemos ahora un poema de J.L.Borges que escribió sobre la triste guerra de Malvinas y fue cantado por Sandra Mihanovich en 1983.

Hasta la próxima.

José Felix Morales

Para leer el poema,sombree con su mouse las lineas blancas.

Milonga para un soldado J.L.Borges

Lo he soñado en esta casa,
entre paredes y puertas,
Díos permite que los hombres
sueñen cosas que son ciertas.

Lo he soñado mar afuera,
en unas islas glaciares,
que no digan los demás
la tumba y los hospitales.

Una de tantas provincias,
del interior fue su tierra,
no conviene que se sepa
que muere gente en la guerra.

Lo sacaron del cuartel,
le pusieron en las manos
las armas y lo mandaron
a morir con sus hermanos.

Se obró con suma prudencia,
se habló de un modo prolijo,
les entregaron a un tiempo
el rifle y el crucifijo.

Oyó las vanas arengas
de los vanos generales,
vió lo que nunca habia visto,
la nieve y los arenales.

Oyó vivas, y oyó mueras
oyó el clamor de la gente,
él sólo quería saber
si era o si no era valiente.

Lo supo en aquel momento
en que le entraba la herida,
se dijo no tuve miedo,
cuando lo dejó la vida.

Su muerte fue una secreta victoria
nadie se asombre
que me de envidia y pena
el destino de aquel hombre

Jorge Luis Borges

Hasta siempre, Spinetta

Spinetta Luis Alberto
Luis Alberto Spinetta, uno de los mayores referentes del rock argentino y latinoamericano, murió el 8 de febrero de 2012, a los 62 años, tras luchar contra un cáncer de pulmon diagnosticado en julio del año anterior.
En 1967, junto a sus amigos Edelmiro Molinari, Emilio del Guercio y Rodolfo García creó "Almendra" y de allí en mas nos deleitó el alma con temas, para mí, inolvidables, como Muchacha ojos de papel, Plegaria para un niño dormido, El anollo del capitán Beto, Tema de Pototo y Ana no duerme. Aquí recordamos algunas líneas de aquellos poemas:
Muchacha ojos de papel,¿a dónde vas?. Quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies,no corras mas. Quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito entre mis manos, hasta que por la ventana suba el sol.
---
Plegaria para un niño dormido, quizás tenga flores en su ombligo
y además, en sus dedos que se vuelven pan, barcos de papel sin altamar.
Plegaria para el sueño del niño, donde el mundo es un chocolatín a donde van
mil niños dormidos que no están, entre bicicletas de cristal.
---
Ahi va el capitán Beto por el espacio, con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero, hoy amo entre los amos del aire.
Ahi va el capitán Beto por el espacio, la foto de Carlitos sobre el comando,
y un banderín de River Plate, y la triste estampita de un santo.
La muerte de Spinetta me golpeó mucho, ya que además de ser uno de mis artistas preferidos, padeció la misma dolencia que sufrió mi querida hermana María Teresa, que falleció un triste 5 de junio del 2006 a los 48 años.
A veces, un hecho que nos conmociona, nos conecta con recuerdos que llevamos muy adentro.
Los temas del flaco Spinetta me retrotraen también a aquellos lindos momentos de la adolescencia, me veo en una placita de Banfield, leyendo los versos de “Plegaria..” junto a una noviecita de aquellos tiempos.Me veo jugando al fútbol una tarde de sábado en la curva de Peña y Rincón (Banfield) con mis amigos del barrio Héctor Adríán, Héctor Abel, Héctor Raúl, Robert y muchos mas.
Creo que el talento del flaco Spinetta fue impresionante. Sus letras nos llevan desde la ternura de “Plegaria…” hasta el realismo mágico de “El anillo del capitán Beto”. La variedad musical de sus temas y su sensacional interpretación de la guitarra le dieron al rock nacional y a la música nacional en su conjunto, un toque de calidad solo comparable a los grandes intérpretes internacionales. Se extendió desde el rock adolescente de los ’70 con Almendra y Pescado Rabioso, pasando por el tango-rock de Invisible, hasta adentrarse en los senderos del jazz rock con Spinetta Jade, inclusive incursionando en el jazz electrónico a la altura de Herbie Hancock ó Pat Metheny, como pocos lo han sabido hacer.
Su música y su poesía permanecerán por muchísimo tiempo en nuestra memoria y en la de varias generaciones.
Mas allá del músico y el poeta, todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo reconocen que era un tipo de un pensamiento profundo y de una sencillez y humildad que lo hacen aun mejor e inolvidable, absolutamente inolvidable. Ojalá que sus hijos puedan continuar difundiendo su música y su sensibilidad por mucho tiempo.
Flaco Spinetta: gracias por todo, hasta siempre.
José Felix Morales
Agradezco a Ignacito Morales (alias Iñaki) por la ayuda brindada para hacer esta nota.


sábado, 17 de diciembre de 2011

El juguete rabioso (Roberto Arlt)

Fragmentos de : “El juguete rabioso” de Roberto Arlt

Nos situamos en Buenos Aires, década del 20.

El autor narra en cuatro episodios la lucha de un adolescente (Silvio Astier) por escapar de la miseria y humillación a la que se ve sometido como consecuencia de su condición social, marcada por la marginación y la pobreza.

En el primer capítulo "Los ladrones", Silvio Astier tiene 14 años y alimenta su imaginación con libros sobre ladrones y aventureros: "yo soñaba con ser bandido y estrangular a corregidores libidinosos; enderezaría entuertos, protegería a las viudas y me amarían singulares doncellas"(p. 89)
(...)esperábamos a una tarde de lluvia y salíamos en automóvil. ¡Qué voluptuosidad entonces recorrer entre cortinas de agua la ciudad! (...)nos imaginábamos que vivíamos en París o en la brumosa Londres. (...) Después, en una confitería lujosa, tomábamos chocolate con vainilla, y saciados volvíamos en el tren de la tarde, duplicadas las energías por la satisfacción del goce proporcionado al cuerpo voluptuoso, por el dinamismo de todo lo circundante que con sus rumores de hierro gritaba: ¡adelante, adelante! (p.101)


El robo se muestra como un medio de vida en la ciudad, un medio para acceder a los deleites ofrecidos por la metrópolis. Pasan por angustiantes minutos mientras la policía pasa por la calle. Silvio fue enfático: "A mi no me cachan. Antes matar"(p. 106). La urbe no se deja dominar, y Silvio ha fracasado en su primer intento por encontrar un espacio en la ciudad.

En el segundo, "Los trabajos y los días" es ya más característico con la hostilidad de la ciudad hacia Silvio. Empieza con la mudanza de barrio que la familia de Silvio tiene que hacer por sus condiciones económicas: Silvio es desplazado y pierde contacto con sus amistades. Se van a vivir a un barrio más pobre. Él tiene ya 15 años y su madre empieza a presionarlo para que trabaje: "Tenés que trabajar, ¿entendés? Tú no quisiste estudiar. Yo no te puedo mantener. Es necesario que trabajes." La reacción de Silvio es de repulsa, repulsa a tener que trabajar para tener dinero: "[yo] Hablaba estremecido de coraje; rencor a sus palabras tercas, odio a la indiferencia del mundo, a la miseria acosadora de todos los días, y al mismo tiempo una pena inominable: la certeza de la propia inutilidad"(p. 128). Con quince años y condición económica precaria, era inevitable que la ciudad viniera a buscarlo y a lanzarlo en la realidad de la metrópolis: todas las maravillas de la modernidad, los trenes, automóviles, los arcos voltaicos, los suntuosos cafés, son para pocos, entre los cuales Silvio Astier no se encuentra.

Una tarde Silvio se ve obligado a cargar objetos pesados por varias cuadras mientras las personas lo observan pasar, se siente completamente humillado y desposeído de fortuna:

Ahora íbamos por calles solitarias, discretamente iluminadas, con plátanos vigorosos al borde de las aceras, elevados edificios de fachadas hermosas y vitrales cubiertos de amplios cortinados. Un adolescente y una niña conversaba en la penumbra(...). Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y de congoja. Pensé. Pensé que yo nunca sería como ellos..., nunca viviría en una casa hermosa y tendría una novia de la aristocracia. Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y congoja. (p.152)


En otro fragmento, Silvio describe cómo ha sido afectado por la vivencia en el ambiente mezquino de la librería. Es una evidente consecuencia de la interacción con la mezquindad del pequeño comerciante.En las palabras de Silvio:
Una sensación de asco empezó a encorajinar mi vida dentro de aquel antro, rodeado de gente que no vomitaba más que palabras de ganancia o ferocidad. Me contagiaron el odio que a ellos les crispaba la jeta(...). Tenía la sensación de que mi espíritu se estaba ensuciando, de que la lepra de esa gente me agrietaba la piel del espíritu, para excavar ahí sus cavernas oscuras. (p.156)


El pasar de los días en esas condiciones de humillación y deterioro lo llevan a Silvio a concluir que ha aprendido algo: "Entonces repetí palabras que antes habían tenido un sentido pálido en mi experiencia. -Sufrirás -me decía- sufrirás..., sufrirás..., sufrirás... -Y la palabra se me caía de los labios. Así maduré todo el invierno infernal" (p. 158).

En el futuro, ¿no sería yo uno de esos hombres que llevan cuellos sucios, camisas zurcidas, traje color vinoso y botines enormes, porque en los pies les han salido callos y juanetes de tanto caminar, de tanto caminar solicitando de puerta en puerta trabajo en que ganarse la vida? Me tembló el alma ¿Qué hacer, qué podría hacer para triunfar, para tener dinero, mucho dinero? Seguramente no me iba a encontrar en la calle una cartera con diez mil pesos ¿Y qué hacer entonces? Y no sabiendo si pudiera asesinar a alguien, si al menos hubiera tenido algún pariente rico, a quien asesinar y responderme, comprendí que nunca me resignaría a la vida penuriosa que sobrellevan naturalmente la mayoría de los hombres. Pag173


Ingresa en una escuela de aviación militar pero el fracaso es su único destino. Y ese destino se hace presente cuando al cuarto día de estar reclutado lo dan de baja. Silvio indaga por qué lo hicieron y le dicen:

"Su puesto está en una escuela industrial. Aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo"pag.178

Sale de la escuela sin rumbo, recorriendo las calles, generando una de las escenas más expresivas de la novela, en donde más que pintar la ciudad, se describe el estado psíquico de quien la recorre y la vive:

Ahora cruzaba las calles de Buenos Aires con estos gritos adentrados en el alma.
Calor de fiebre me subía a las sienes; olíame sudoroso, tenía la sensación de que mi rostro se había entosquecido de pena, deformado de pena, una pena hondísima, toda clamorosa.
Rodaba abstraído, sin derrotero. Por momentos los ímpetus de cólera me envaraban los nervios, quería gritar, luchar a golpes con la ciudad espantosamente sorda... Y súbitamente todo se rompía adentro, todo me pregonaba a las orejas mi absoluta inutilidad pag. 178


Termina pasando la noche en un conventillo, adonde un chico homosexual, que trabaja prostituyéndose, lo acosa. Por la mañana Silvio sale del conventillo y deambula por la ciudad, generando otra escena de desesperación de un individuo que no tiene su lugar en la ciudad, que se ve obligado a estar en movimiento constante, intentando llevar la vida.

De las calles de sombras formadas por los altos muros de los galpones, pasaba a la terrible claridad del sol, a instantes un empellón me arrojaba a un costado, los gallardetes multicolores de los navíos se erizaban con el viento; más abajo, entre la muralla negra y el casco rojo de un transatlántico, martilleaban incesantemente los calafateadores, y aquella demostración gigantesca de poder y riqueza, de mercaderías apiñadas de bestias pataleando suspendidas en el aire me azoraba de angustia. Y llegué a la inevitable conclusión:
-Es inútil, tengo que matarme. (p. 192)


Pero el revólver falla y Silvio se salva.

Lo que se observa es que la vida de Silvio es un constante movimiento, desde el momento en que su madre le dice que tiene que trabajar para mantenerse. Cuando Silvio cumple los catorce años, la gran ciudad implacable vendrá a buscarlo, a hacerlo vivir su destino como ser urbano y a transformarlo. Silvio está más reaccionando a la ciudad que actuando en ella.Es importante darle atención a las descripciones de la ciudad y sus elementos. Son ellas en parte, nos parece, una demostración de la dureza de la prosa de Arlt. En El juguete rabioso el cielo de la ciudad es azul y límpido y junto con el sol sirve de contraste o fuga de la ciudad que está debajo:


(...)conservo el recuerdo de un cielo resplandeciente sobre horizontes de casas pequeñas y encaladas(...) Por las chatas calles del arrabal, miserables y sucias, inundadas de sol con cajones de basura a las puertas, con mujeres ventrudas, despeinadas y escuálidas hablando en los umbrales y llamando a sus perros o a sus hijos, bajo le cielo más límpido y diáfano, conservo el recuerdo fresco, alto y hermoso. Y más y más me embelesaba la cúpula celeste cuanto más viles eran los parajes donde traficaba(...) (p.203).


Más adelante, el sol ilumina el interior de una carnicería, en un paisaje grotesco, decadente, en contraste con el cielo de afuera:
Un rayo de sol iluminaba en lo oscuro las bestias de carne rojinegra colgadas de ganchos y de soga junto a los mostradores de estaño. El piso estaba cubierto de aserrín, en el aire flotaba el olor de sebo, enjambres negros de moscas hervían en los trozos de grasa amarilla, y el carnicero impasible aserraba los huesos, machacaba con el dorso del cuchillo las chuletas... y afuera estaba el cielo de la mañana, quieto y exquisito, dejando caer de la azulidad la infinita dulzura de la primavera (p.203).



Breve Biografía de Roberto Arlt

(26 de abril de 1900-26 de julio de 1942)

Hijo del prusiano Karl Arlt y de la nacida en Austria Hungría Ekatherine Iostraibitzer, un par de inmigrantes pobres recién llegados al país, su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores.

. Fue expulsado de la escuela a la edad de ocho años y se volvió autodidacta. Trabajó en un periódico local, fue ayudante en una biblioteca, pintor, mecánico, soldador, trabajador portuario y manejó una fábrica de ladrillos.

En 1926 escribe su primera novela,” El juguete rabioso” .En esa época Arlt era secretario del escritor Ricardo Güiraldes .La memoria de su padre aparecería en futuros escritos.

Trabajó de periodista para el diario "El Mundo" donde editaría sus famosas "Aguafuertes Porteñas".

Aquí detallamos algunas de sus obras mas recordadas:

(Prosa)

* El juguete rabioso (1926)

* Los siete locos (1929)

* Los lanzallamas (1931)

* El Amor brujo (1932)

* Aguafuertes porteñas (1933)

Comentario:Este escritor y periodista argentino nos dejó muchas historias cargadas de realismo, mezclando en algún punto el humor, la ironía, lo cotidiano, el deseo y la desdicha de aquellos marginados por la sociedad y por sí mismos y obligados a vivir alejados de la felicidad.

A mi modo de ver después de haber leído en 1986 "Crónicas del Ángel Gris", de Alejandro Dolina (periodista argentino) encontré que el estilo de este último es practicamente copiado al de R.Arlt, lo cual no me gustó para nada porque no lo escuché jamas decir que lo suyo fuera un tributo al gran Roberto Arlt.


sábado, 19 de febrero de 2011

La biblioteca de Babel- J.L.Borges

La Biblioteca de Babel (Jorge Luis Borges)

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y atodas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.


Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.

El primero: La Biblioteca existe ab alterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.

El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.

Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.

Jorge Luis Borges

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Putete

Una seguidilla de divertidas historietas dibujadas y guionadas por mi pequeno Ignacito

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tonada de un Viejo Amor (Baglieto/Vitale)

La voz de Juan Carlos Baglieto y la bella interpretación musical del maestro Lito Vitale, recreando este hermoso tema de Jaime Dávalos y Eduardo Falú.